Ganadores VIII Versión

Ilustración: Makarena Kramcsák.

Primer Lugar

Somos los perreros del lugar

Pinchamos la rueda, amordazamos al conductor y rápidamente saqueamos el cargamento. Los sacos eran pesados, pero la fuerza de nuestras necesidades resistía cualquier kilo. En un momento recordé a mi viejo: había trabajado mucho en la mina, una chispa lo dejó sin el oficio. Recordé que eran tiempos de hambre, y, siendo un cabro grande, no quería el mismo destino, entonces elegí una nueva forma de vivir. Corrimos velozmente mientras la gente, impresionada, desde sus casas gritaba: «¡Andan los perreros!». Aquello más nos alentaba. Lota nos tenía respeto, pocas personas se atrevían a expropiarle de esta forma a la Enacar.

Agustín Arriagada, 20 años, Lota.

Ilustración: Silvana Youlton.

Premio al Talento Infantil

Una nueva experiencia

Hoy no fui a clases, y no por floja sino porque, según mi papá, «Chile se despertó»; según mi mamá, «se levantó»; según mi abuela, «va a quedar la embarrada»; y según yo, «estoy aburrida», así que salí a jugar. Afuera tocaban las cacerolas, un poco desafinado, pero las tocaban… Luego entré a mi casa, vi las noticias y supe que algo estaba pasando. Entonces con mi papá cantamos el himno nacional junto a las cacerolas desafinadas. Más tarde construí un fuerte con frazadas y dormí. Fue genial porque, gracias a las cacerolas, no escuché ronquidos. Fue una nueva experiencia.

Sofía Martín, 10 años, Concepción.

Ilustración: Silvana Youlton.

Premio al Talento Joven

Las palomas

De niña paseaba por los Tribunales de Concepción. Las palomas, habitantes del lugar, volaban directo a mis ojos. Ocurría lo mismo en la Plaza de Armas. Creía que las palomas tenían algo contra mí. Mi mamá me dijo que había que ganarles, que debía correr yo primero detrás de ellas: asustarlas, ponerles las plumas de punta correteándolas a los ventanales de los ilustrísimos o a la azotea del Club Español. Ahora, desde la lejanía de mis dieciséis años, comprendo que la cosa no era conmigo, sino con los jubilados que se anticipan ilusamente a espantarlas, amenazándolas con migas de pan.

Sarai Da Costa, 16 años, Lebu.

Ilustración: Manuel Rivera.

Premio al Talento Mayor

El juego de palabras

El viento del invierno se colaba silbando entre las tablas de la humilde vivienda de don Óscar, allá por los años sesenta. Adentro, sus ocho chiquillos tiritaban de frío. Un lunes el hombre pidió permiso en el aserradero de Ranguelmo y viajó a Concepción, de donde regresó cargado de diarios. Con su mujer hicieron engrudo y empapelaron las paredes. Ya no se filtró el viento, y lo más entretenido para todos fue descubrir un nuevo juego: quién encontraba más rápido en la pared la palabra que dictara uno de los jugadores. Varios mejoraron sus notas en la escuelita del poblado.

Carlos Oyarce, 70 años, Concepción.

Ilustración: Manuel Rivera.

Mención Honrosa

Vampiros

Biotrén a Coronel, primer carro, cuarta fila a mi izquierda, el asiento que da la espalda al líder. No hablar con nadie. Seguí las instrucciones y les dejé un mensaje: «Tenían razón, existen y son peor de lo que pensábamos. Atacan de día y están infiltrados entre nuestros amigos. Creo que me descubrieron». Caminé más paranoico que nunca y al día siguiente descubrí una nota en la puerta: «Espere instrucciones». Eso fue hace un mes, la última noche en la que pude dormir. Mientras tanto, me entretengo corriendo por el Parque Ecuador, preparándome para esa batalla que perdimos hace rato.

Joaquín Urrutia, 29 años, Concepción.

Ilustración: Ibi Díaz.

Mención Honrosa

Correspondencia

«¡Llegó correspondencia!», decía la Nicole a sus compañeras del Liceo de Niñas, con cartas en hojas de cuaderno que venían escritas por estudiantes del Salesianos. Dieciséis años después: «¡Llegó correspondencia!», dice el Hugo con las cuentas de luz y agua de la casa. El Hugo, aquel estudiante del Salesianos que en una carta de hoja de cuaderno me invitaba a comer nalcas con merquén y sal al Parque Ecuador.

Andrea Laurie, 30 años, Chiguayante.

Ilustración: Ibi Díaz.

Mención Honrosa

Cementerio

Primero de noviembre y mi tía la hace súper corta: quita los girasoles gigantes de plástico amarillo de los chinos de calle Almagro, que la otra familia insiste en traer, y pone sus arreglos caros de flores naturales que compra en la Plaza Pinto. Se fuma tranquilamente un cigarro mientras yo pienso que las tumbas en los campos son tan abiertas que cualquiera puede traer o llevarse cosas. A nadie parece preocuparle, total, la muerte ya obtuvo su triunfo.

Pilar Zapata, 41 años, Los Ángeles.

Ilustración: Makarena Kramcsák.

Mención Honrosa

Fantasmas del centro

El único recuerdo que tengo de él es la chaqueta de cuero negra, típica de los noventa, y las salidas al McDonald’s del centro. La noche previa nunca podía dormir, estaba ansiosa, quería mi cajita feliz y más juguetes para mi colección, quería lanzarme a esa piscina de pelotitas de colores. Nunca pensé que las salidas con él significaban algo más. Ahora ese local ya no existe, cerró. Él no volvió a buscarnos para una nueva salida y yo solo lamenté no tener más juguetes. Caminando por el centro me doy cuenta que nunca sospeché que salía con mi papá.

Daniela Espinoza, 25 años, Coronel.